El ying
Cuando asisto a un cliente en juicio, lo último que me plantearía es si merece o no estar sentado en el banquillo. Una vez asumida su defensa, tengo el encargo de procurarle lo mejor. O como mínimo, que no le caiga el mundo encima. Así es nuestro oficio en la faceta defensiva.
En ocasiones, pocas, ocurre que al ser alguien al que asesoro habitualmente, ya le había prevenido de la posibilidad de encontrase en donde se halla. Y es que lo cierto es que la labor de prevención social que tiene el derecho penal es algo que echamos de menos los defensores cuando llegamos al caso concreto. Sí, cuando el cliente llega a nosotros. Porque cuando acude a asesorarse, culpable o no, lo suele hacer ya de fango hasta las cejas.
La llamada de la selva
Cualquiera, hasta el más deleznable de los psicópatas asesinos o económicos que, como bien sabéis, haberlos haylos, tiene interiorizado un sistema que, mal que bien, le marca por donde tiene que andar para no acabar con sus huesos en la trena. La inmensa mayoría, lo hace basado en su educación que ha adquirido a través de un proceso ético. Personal o grupal, pero asumido que, al cabo, le ayuda en su proyecto vital además de determinarle la frontera entre el bien y el mal. Otros, y entre ellos no solo se hallan los sociópatas, son más de eso. “Yo la hago, atrápame si puedes”.
Los sistemas de Prevención de Delitos
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LinkedIn: Alex Garberí Mascaró
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